Cuando hablamos del Reencuentro, aparte de encontrarnos con un tema político, si buscamos un poco más, podremos darnos cuenta de la relación que existe entre nuestros dos protagonistas. Por un lado está Hans, un judío poco participativo en la escuela, como si no diese fe de su presencia, y por otro lado tenemos a Konradin, un muchacho alemán con un porte y una delicadeza digna de un noble.
Ambos, sin saber que un día sus vidas quedarían marcadas para siempre por el contrario, coincidieron en el aula en la que estudiaba Hans junto con otros muchos muchachos. De inmediato, Hans, al verle, supo que él sería ese amigo por el cuál daría la vida. He ahí donde encontramos la definición al "ideal romántico de la amistad” que tenía Hans. Para él, una amistad así se basaba en la mutua confianza, la lealtad y el respeto entre ambos. Sabía o tenía una pequeña suposición de que Konradin sería ese amigo, ese que cumpliría su ideal romántico de la amistad.
Ambos, sin saber que un día sus vidas quedarían marcadas para siempre por el contrario, coincidieron en el aula en la que estudiaba Hans junto con otros muchos muchachos. De inmediato, Hans, al verle, supo que él sería ese amigo por el cuál daría la vida. He ahí donde encontramos la definición al "ideal romántico de la amistad” que tenía Hans. Para él, una amistad así se basaba en la mutua confianza, la lealtad y el respeto entre ambos. Sabía o tenía una pequeña suposición de que Konradin sería ese amigo, ese que cumpliría su ideal romántico de la amistad.

Por el momento con eso, no conseguía nada, pero fue en su último suspiro de insatisfacción que se le ocurrió traer una de sus colecciones de monedas griegas antiguas a clase, y darles brillo así justo cuando Hohenfels pasase cerca de él.
Poco tiempo después de haber compartido unas pequeñas palabras con Hans, Konradin le espera a la salida de la escuela, un 15 de Marzo. De ahí en adelante, surge una desbordante amistad durante un par de meses. Visitaron lugares tales como la Selva Negra, el Hegau, y lugares bastante importantes para los Hohenfels.
Poco tiempo después de haber compartido unas pequeñas palabras con Hans, Konradin le espera a la salida de la escuela, un 15 de Marzo. De ahí en adelante, surge una desbordante amistad durante un par de meses. Visitaron lugares tales como la Selva Negra, el Hegau, y lugares bastante importantes para los Hohenfels.
Ya, habiendo pasado un par de semanas más, por un impulso, nuestro protagonista judío decide invitar a su amigo a visitar su casa, deseando que no hubiese ningún familiar suyo por allí. Hohenfels, ya había conocido a sus padres y durante un tiempo, no hacía más que visitar a los Schwarz. Junto con esto, Hans no hacía más que preguntarse cuando su amigo Konradin decidiría invitarle a su casa, pero nada más fue pensar eso y a los pocos días, cuando ambos se despedían en la entrada de la casa de Konradin, este, de un momento para otro se giró mirándole, haciéndole señas para que se acercase y así poder visitar su casa.
¿El motivo de que por qué pasó tanto tiempo hasta que Konradin invitó a Hans a su casa? Únicamente, Konradin buscaba y analizaba el momento adecuado en el cuál ninguno de sus progenitores se encontrase en casa. Ese mismo motivo que Hans no duró mucho en descubrir ya que le parecía bastante extraño que nunca coincidiese con sus padres.
Seguidamente, sucedió el gran evento que hizo que comenzase el inicio del fin de su amistad. En la ópera, ambos coincidieron, pero en este caso, la familia Hohenfels estaba reunida. Al finalizar el primer acto de aquella obra, daban paso al descanso, por tanto todos los espectadores salían de aquella sala para adentrarse en un vestíbulo. Por allí pasaron los Hohenfels, con su majestuoso porte, saludando como si del propio Hitler se tratase, como si nadie de allí les llegase a la suela del calzado. Y como no, el benjamín de los Hohenfels, ni si quiera se paró a saludar a su amigo, ni tampoco hizo un gesto con la mano o con el rostro únicamente para este.
Seguidamente, sucedió el gran evento que hizo que comenzase el inicio del fin de su amistad. En la ópera, ambos coincidieron, pero en este caso, la familia Hohenfels estaba reunida. Al finalizar el primer acto de aquella obra, daban paso al descanso, por tanto todos los espectadores salían de aquella sala para adentrarse en un vestíbulo. Por allí pasaron los Hohenfels, con su majestuoso porte, saludando como si del propio Hitler se tratase, como si nadie de allí les llegase a la suela del calzado. Y como no, el benjamín de los Hohenfels, ni si quiera se paró a saludar a su amigo, ni tampoco hizo un gesto con la mano o con el rostro únicamente para este.
A la mañana siguiente, nuestro judío completamente ofendido, a la salida de la escuela no hizo nada más que replicarle su fatídico acto de la noche anterior. A lo que él respondió justificándose y dándole razones de por qué había hecho aquello al igual que por qué no había coincidido con sus padres en ninguna de las invitaciones a su casa. He ahí la frase “ambos sabíamos que ya nada sería como antes y que ese sería el comienzo del fin de nuestra amistad y de nuestra infancia”.
Años más tarde, bastantes años adelante, Hans ya había formado su familia en fuera de Alemania, concretamente en Estados Unidos. Desde aquel día tras el momento de la ópera, esa amistad comenzaba a desvanecerse poco a poco. Antes de la partida de Hans a Estados Unidos, justo el día en el que cumplía 16 años, le llegaba una carta escrita por Konradin, despidiéndose de él con todo su afecto y aun defendiendo sus ideales.
Bueno, remontándonos otra vez en Estados Unidos junto con Hans, este recibe una carta de su antigua escuela, en la cuál se encontraba una petición de ayuda para reconstruir esta, y también un listado en el que venían los nombres de los fallecidos en esa fatídica época de la que él pudo salvarse.
Hasta el último momento, Hans no quiso toparse con el apellido Hohenfels, pero algo en él quería verlo y saber que había sido de su gran amigo.
Una mezcla de sentimientos entre un poco de odio, nostalgia, y tristeza se reunían en el interior de Hans al buscar el nombre de este, pero estos se desvanecieron al instante de leer su nombre, allí, en aquel listado, y la cause de por qué él se encontraba allí.
Años más tarde, bastantes años adelante, Hans ya había formado su familia en fuera de Alemania, concretamente en Estados Unidos. Desde aquel día tras el momento de la ópera, esa amistad comenzaba a desvanecerse poco a poco. Antes de la partida de Hans a Estados Unidos, justo el día en el que cumplía 16 años, le llegaba una carta escrita por Konradin, despidiéndose de él con todo su afecto y aun defendiendo sus ideales.
Bueno, remontándonos otra vez en Estados Unidos junto con Hans, este recibe una carta de su antigua escuela, en la cuál se encontraba una petición de ayuda para reconstruir esta, y también un listado en el que venían los nombres de los fallecidos en esa fatídica época de la que él pudo salvarse.
Hasta el último momento, Hans no quiso toparse con el apellido Hohenfels, pero algo en él quería verlo y saber que había sido de su gran amigo.
Una mezcla de sentimientos entre un poco de odio, nostalgia, y tristeza se reunían en el interior de Hans al buscar el nombre de este, pero estos se desvanecieron al instante de leer su nombre, allí, en aquel listado, y la cause de por qué él se encontraba allí.
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